Tanto a nivel nacional como internacional, la cal viva es considerada una sustancia peligrosa que, sin las medidas de seguridad, podría generar daños severos en el medio ambiente y las personas. Por lo que, en el caso del transporte, se han elaborado una serie de regulaciones ya sea por carreteras, caminos o calles, cuyo propósito es evitar la liberación de minerales.
Un reglamento que se enfoca tanto en el proveedor, el transportista y el usuario de la cal, como también en el lugar de extracción hacia puertos o refinerías. Porque esta labor logística se vuelve parte importante en el proceso de producción, y las empresas deben garantizar buenas prácticas en materia de transporte.
Por ejemplo, en el caso de Chile, se encuentra el decreto 298 del Ministerio de Transporte y Telecomunicaciones, que determina normas, condiciones y procedimientos para quienes participan en las operaciones de transporte en calles y caminos.
Siendo, algunas de las principales, que los vehículos motorizados tengan una antigüedad máxima de 15 años, no así al silo del camión, no pueden ser hechizos, deben portar los rótulos a que se refiere la Norma Chilena Oficial NCh 2190.0f93, la prohibición en el paso por túneles mayores a 500 metros cuando exista una vía alternativa segura, destacándose el túnel Lo Prado, Zapata, Chacabuco, etc.
Por otro lado, está Perú que sigue las recomendaciones del modelo de la ONU, donde se debe cumplir con una altura mínima del concentrado de 40 cm, la cobertura de las tolvas con toldos impermeables, la exigencia de un programa de mantenimiento predictivo y preventivo a las empresas, etc.
Asimismo, estas exigencias y responsabilidades hacia los actores involucrados son sumamente vitales en la industria minera. Aún más, en los tiempos actuales, donde existe un trabajo arduo por las entidades públicas y privadas por la recuperación sociomedioambiental en sectores tales como Antofagasta, Iquique, Calama, entre otros.